Y es que creo que las mejores cosas de la vida son aquellas de las que no puedes tener dos iguales; una puesta de sol, un amanecer, un amor de verano, una noche bajo las estrellas, una simple conversación luego de un mal día...
Hace mucho tiempo, más de lo que quisiera admitir… Mientras tomaba el té, sentada en la mecedora del porche de mi casa, a eso de las 8 de la noche llamaron al timbre insistentemente. Al abrir la puerta, me di cuenta que no era más que una humilde viejita, descalza, sedienta y hambrienta. Me explica que hace varios días que estuvo en la salina de Guasare, esperando por su familia, que nunca apareció. Además, cuenta que caminó, caminó y caminó por Guasare llamando a su familia, en busca de agua y comida. Me compadecí de la ancianita y me pareció correcto darle alimento y alojamiento por esa noche, ya que mañana en la mañana podría dar aviso a las autoridades para que se hicieran cargo de la búsqueda de su hogar y familia. Al momento de comer, relata que hace poco murieron personas en la salina y que sus almas quedaron vagando por toda la eternidad. Llegué a pensar que la pobre señora a causa de la deshidratación y desnutrición en la que se encontraba le hizo perder...
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